Por la Redacción de Monterrey News
Hace apenas unos años, el fenómeno Morena parecía imparable. Andrés Manuel López Obrador era visto como un mesías político; su discurso conectaba con los hartos de la corrupción y los olvidados del sistema. Hoy, en cambio, su movimiento se agrieta.
La popularidad de Claudia Sheinbaum cae, la base morenista se fragmenta, y muchos de sus votantes más fieles ya hablan en pasado.
¿Por qué? Porque el mito ya no convence, y la realidad esa que no se puede manipular con mañaneras los alcanzó
La traición a las promesas
El pueblo mexicano no olvida fácilmente.
Se prometió “austeridad republicana”, y hoy vemos un gobierno con derroches, contratos opacos y un aparato burocrático más grande que nunca.
Se prometió “primero los pobres”, pero los índices de pobreza, violencia y desigualdad apenas se movieron.
El discurso de esperanza se volvió rutina, y la narrativa del enemigo (“los conservadores”, “el PRIAN”, “los medios”) ya no alcanza para tapar los errores propios.
La economía que no despega
La inflación, la falta de inversión privada y el encarecimiento de la vida diaria erosionaron la credibilidad de Morena.
El trabajador común siente el golpe cada vez que va al súper o paga gasolina.
Y aunque el gobierno presume “estabilidad”, la realidad en los bolsillos dice otra cosa: no hay empleo digno, ni seguridad económica, ni futuro claro.
La inseguridad que se normalizó
Morena prometió abrazos, no balazos… pero la violencia abrazó al país.
El crimen organizado domina regiones enteras, los feminicidios aumentan, y los cárteles son actores políticos de facto.
Los mexicanos ya no creen en el discurso pacifista: quieren resultados, no sermones.
El desgaste del poder absoluto
Lo que empezó como un movimiento de esperanza se transformó en una maquinaria de poder.
Morena se volvió el nuevo PRI: centralista, autoritario, lleno de leales sin talento y funcionarios que temen más a la desobediencia interna que al juicio ciudadano.
Cuando un partido deja de escuchar, empieza a perder. Y Morena ya no escucha: solo impone.
El despertar ciudadano
Las redes sociales rompieron el monopolio de la narrativa oficial.
Hoy, miles de mexicanos informan, comparan, cuestionan y exponen.
Ya no basta con un “¡no somos iguales!” para ganar credibilidad.
El votante que antes aplaudía, ahora observa, evalúa y cada vez más se desencanta.
Conclusión editorial: del mito al desencanto
El poder es como una vela: ilumina mientras sirve al pueblo, pero se apaga cuando solo sirve a sí mismo.
AMLO y Claudia cosechan el cansancio de quienes creyeron en un cambio y solo encontraron un reciclaje del pasado con otro color.
El pueblo mexicano ya aprendió a distinguir entre esperanza y manipulación, entre liderazgo y culto a la personalidad.
Y cuando el pueblo se da cuenta… ninguna narrativa lo detiene.
¿Sabías que el 95% de los que nos leen y escriben, NO ESTÁN SUSCRITOS?
Suscríbete, dale like, comenta y comparte.
Nos ayudarás mucho a seguir informando para ustedes.