La generación Z: un actor político insospechado

La Viña del Señor

Bien decía Maquiavelo que resultaba de fundamental importancia
pensar en el mantenimiento del poder y de la conservación del Estado,
cuestión en duda cuando el estimado lector y la acuciosa lectora, son
testigos del desmoronamiento en tiempo real del segundo piso de la
4T.

Si Federico Hegel vio en Napoleón Bonaparte, entrando al frente de
sus tropas a la ciudad de Jena en pleno auge de su poderío militar, la
encarnación del espíritu objetivo de la Historia, esta vez estamos ante
la embestida social de una Generación de jóvenes — la Z–, un
movimiento local -el del Sombrero- y un canción convertida en himno
de la resistencia contra la corrupción política –Ilusión 98– que
interpelan y ponen en duda no solo la legitimación de un ascenso al
poder vía una elección de Estado de Claudia Sheinbaum y de
gobernadores de Morena financiados con recursos del huachicol y
grupos criminales, así como un ejercicio del mismo al margen de la
legalidad.

Crisis política y crisis social
Mientras la élite cuatroteísta se debate en su peor crisis política y que
evidencia fisuras en el partido del Estado, sí como debilidades
institucionales en los gobiernos emanados de Morena a lo largo y
ancho del país, la presidencia de la República, centro de su poder
formal, afronta una pérdida en su credibilidad discursiva y narrativa y
una severa caída en la aceptación ciudadana en un régimen que no
acepta la disidencia de verdad, empresarial con el caso del tío Ritchie,
ni social y política, con la censura a la movilización de la Generación
Z, las protestas de los jueces despedidos por la reforma judicial, las

demandas de los agricultores que piden preciso de garantías al maíz y
al sorgo y el asesinato del líder del Movimiento del Sombrero Carlos
Manzo, en cambio la disidencia a modo es tolerada, como las del
anarco Bloque Negro que en la marcha del 2 de octubre causó
destrozos en comercios y 94 policías lesionados o la de la CNTE, a la
AMLO caracterizó como movimiento conservador con fachada de
radical.
La quiebra fiscal de la administración pública y la renuncia en los
hechos al monopolio del uso de la fuerza legítima a cargo del Estado
ante la violencia criminal en palabras de la presidenta Claudia
Sheinbaum y del secretario de la Defensa general Ricardo Trevilla, al
anunciar el Plan Michoacán para la Justicia y la Paz y el surgimiento
de bloqueos carreteros por parte de los agricultores del país y la
entrega de la seguridad en Sinaloa y en Michoacán a los militares,
dejando fuera del tema a Omar García Harfuch.

La cada vez más comprobable existencia de redes y entramados de
complicidades entre políticos y criminales, han provocado la
desestabilidad en amplias regiones del país, en donde la cláusula de
protección federal no está vigente y la impunidad ronda el 98% y que
desde la Mañanera del Pueblo se ha pretendido abordar sin
racionalidad política genuina que esconde el paraguas de protección a
su antecesor y su círculo cercano con discurso choteado de culpar a
los gobiernos del remoto pasado, a los fifís, a la ultraderecha o a los
conservadores, entre otros distractores ridículos.

Golpe a un liderazgo emergente en ascenso
Si el largo y ardiente verano vivido por las principales figuras del nuevo
régimen y los escándalos del huachicol fiscal dieron al traste con el
discurso de la austeridad republicana y la pobreza franciscana y la
cero tolerancia con la corrupción, la ejecución pública del alcalde
independiente de Uruapan Carlos Manzo, líder del movimiento del
Sombrero y las posteriores movilizaciones de irritación social en

algunas ciudades michoacanas demostraron el fracaso de la política
de seguridad del gobierno de Claudia Sheinbaum a tono con su
criminología mediática y populismo jurídico y las limitaciones de la
compra de conciencias y de clientelas políticas vía los programas
sociales de transferencias directas de dinero producto del
endeudamiento público.
La estrategia de polarización implementada desde el sexenio anterior
quedó hecha trizas a partir del despertar cívico en Uruapan,
Apatzingán y Morelia y que avanza hacia la toma del zócalo capitalino.

Bogatazo y Sandino en Michoacán
Cuando las sociedades se encuentran en un callejón sin salida en sus
problemas más apremiantes, como la inseguridad, se buscan
alternativas de alto riesgo, como sucedió en Colombia o en Michoacán
mismo, como fue la proliferación de guardias blancas y autodefensas
para enfrentar a las bandas criminales y que pueden desembocar en
la revuelta social, como fue el caso del llamado Bogotazo, que
conllevó una serie de disturbios ocurridos en la capital de Colombia,
como consecuencia del magnicidio del líder del Partido Liberal, Jorge
Eliécer Gaitán, ocurrido el 9 de abril de 1948.

El corrido La Adelita, que se convirtió en algún momento en el himno
de guerra de las tropas del general César Augusto Sandino y del
Ejército Defensor de la Soberanía Nacional contra la ocupación gringa
en Nicaragua, fue emulada con la canción Ilusión 98, que tras la
muerte de Carlos Manzo, se transformó en el himno de la resistencia
que encabezan el Movimiento del Sombrero, fundado por el alcalde de
Uruapan y los convocantes a la marcha al Zócalo.

Oswald y Ruby en Michoacán
Tras el atentado de corte terrorista ante la vista de todos en una
celebración de gran tradición como el del día de muertos por un joven

de diecisiete años, ultimado ya detenido y que deja fuera de la
competencia por la gubernatura a una carta fuerte que habría sido
arropada tanto por su propio movimiento como por Movimiento
Ciudadano, representó un golpe estratégico a ese liderazgo incómodo
en crecimiento como opción política en una entidad agrícola capital
mundial del aguacate gobernada por el PRD y actualmente por
Morena. Otros dos participantes en el atentado, fueron hallados
muertos a la orilla de una carretera, según reportó el diario Reforma,
este viernes 14 de noviembre.
La trama, reconocida por el gobernador y ahijado político de Adán
augusto López Hernández, Alfredo Ramírez Bedolla, invocó los
fantasmas de Lee Harvey Oswald, asesino del presidente John F.
Kennedy y su ejecutor, el mafioso Jack Ruby, ante las cámaras de
televisión.
Y el debate también ha abarcado el uso como carne de cañón de
jóvenes reclutados en formas voluntaria o forzosa por el crimen
organizado, que según algunos datos podrían llegar a 30 mil, lo cual
en sí es una tragedia, a la par que sus ejércitos y milicias privadas
andan en los 120 mil miembros.

Aburto en 2025: cortina de humo.
La ejecución de Carlos Manzo, llamado el Bukele mexicano, hizo
recordar la de Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas en 1994,
aunque el primero jugaba en la cancha opositora y el segundo en la
del oficialismo priísta y rememoró la existencia de la Nomenklatura –
antes tricolor, hoy morenaca encabezada por AMLO desde Palenque-,
a la que Carlos Salinas achacó la muerte del candidato sonorense en
Tijuana que rompió las reglas de acceso al poder de antaño.
El manoseo a la presidenta Claudia Sheinbaum, si fue una acción de
una persona alcohólica en pleno Centro histórico de la CDMX, un
montaje o un descuido de la ayudantía formada por Andy López
Beltrán y Daniel Asaf, trajo al debate la sombra del Mario Aburto como

cortina de humo para distraer la atención, luego de los asesinatos no
aclarados de Ximena Guzmán y José Muñoz, colaboradores de Clara
Brugara los colaboradores de Clara Brugara, del abogado David
Cohen en la ciudad judicial o del líder limonero Bernardo Bravo.
Tampoco debe de extrañar en el río revuelto y la espiral política
presente la detención de José Antonio Sánchez Ortega en Tijuana,
exempleado del CISEN, señalado como un segundo tirador en el
atentado a Luis Donaldo Colosio, como insistía AMLO, luego de 35
años del magnicidio.

Criminología mediática y populismo jurídico cuatroteísta
El diseño institucional de país por parte de la 4T, ha tenido como
premisas el uso mediático de la información, como los del homicidio
doloso y la aprobación de leyes, como las de la militarización de la
Guardia Nacional y la seguridad pública, la elección judicial y de la
reforma a la Ley de Amparo, que merma los derechos de la
ciudadanía, todas contrarias a la eficiencia que se exige del Estado.
La propuesta de empalmar la revocación de mandato, prevista para el
2028 en la ley de la materia con la elección intermedia del 2027, es
parte de esa impostura de poner en las boletas a la presidenta Claudia
Sheinbaum, cuestión que se debate si la favorece o la perjudica
habida cuenta que en ese tipo de elección las votaciones bajan y esta
vez estarán en juego 17 gubernaturas, 500 diputaciones federales,
2,242 presidencias municipales y ayuntamientos, 16 alcaldías de la
CDMX y 31 Congresos Locales, amén de jueces y magistrados
federales y estatales.

Legitimación de la protesta social
En un contexto de cooptación de legisladores en el senado y la
sobrerrepresentación en Bucareli para obtener las mayorías
calificadas en las Cámaras, así como la reforma judicial para acabar

con la autonomía de la judicatura a través de una elección de Estado,
concentró el poder en el Ejecutivo, aunado al arrinconamiento y
disminución de la oposición partidista, hizo ver que Morena iba en
caballo de hacienda de cara al 2027 y el 2030.
Sin que la marea Rosa, que en su momento mostró su poder de
convocatoria y de movilización, no cuajara en alguna forma orgánica
frente a las elecciones del 2024, parecía que el partido oficial como
fuerza política hegemónica tenía todo planchado.
Sin embargo, las variables del oficialismo se descompusieron, entre
otras razones por la incapacidad de hacer crecer la economía del país
y pacificar amplias regiones del territorio nacional.
En su libro “Tradición, revuelta y conciencia social”, Edward P.
Thompson, habló de la legitimación que deben tener los movimientos
sociales en su presentación ante la sociedad. En la actual coyuntura
sobra materia para justificar la protesta social: el empantamiento
económico; el enorme déficit fiscal; malos servicios públicos;
inseguridad a la alza; connivencia con el crimen; impunidad;
corrupción rampante; concentración del poder; autoritarismo; etc., etc.
La convocatoria a la movilización de este 15 de noviembre por la
Generación Z, ha puesto nerviosos al poder central, desde la
presidenta Claudia Sheinbaum hasta a los principales líderes de
Morena y parece que está orillando a salir del retiro a su fundador, so
pretexto de una gira para presentar su nuevo libro.

La Generación Z saca la casta
La Generación Z está conformada por chavos que van de los quince a
los treinta años, nacidos de 1997 al 2012, el renglón más vulnerable a
la acción de los grupos criminales. Ven con naturalidad el uso de los
componentes digitales, las redes sociales y teléfonos de última
tecnología y son repelentes a la propaganda política del oficialismo y
de la televisión tradicional.

Estos jóvenes son posteriores a la primera generación de gringos
nacidos en México como decía Carlos Monsiváis.
En el 2024, el homicidio doloso fue la primera causa de muerte de
mexicanos de entre 15 y 24 años y fue la mayor causa de muerte de
hombres entre 25 a 34 años, pues murieron 21 mil hombres de entre
15 y 34 años y son hombres de esas edades los que más son
secuestrados en el reclutamiento forzoso para las guerras
intracriminales. Un dato más para explicar la irritación de ese
segmento de la población por una política criminal fallida.
“Hay algo político en la movilización”, han sostenido Sheinbaum y los
morenistas vip del obradorato. ¡Brujos!, sería la respuesta a tal
apreciación que quienes se piensan que tienen en sus manos el
monopolio de la política.
Por eso y más tal vez han causado gran molestia en la presidenta
Claudia Sheinbaum y su propagandista de cabecera Jesús Ramírez
Cuevas, que buscaron por todos los medios, incluso los ilegales,
desprestigiarlos y frenar su convocatoria, que va más allá de la lucha
de clases, como las entendía Carlos Marx, un concepto olvidado
desde hace rato por los neoliberales-populistas cuatroteros.
En la búsqueda de la cohesión interna, todo líder siempre ah buscado
ubicar a un enemigo y este podría ser el caso que anima a Sheinbaum
y su equipo de colocar a los convocantes a la marcha sabatina en el
bando opositor. El cambio de gobierno que propició la Generación Z
en Nepal y Madagascar puso paranoica a la clase política morenaca,
ajena a la realidad mexicana.

En el texto “¿Quién teme a las culturas juveniles? Las culturas
juveniles en la era digital” Sylvie Octobre, explica que a cinco lustros
de la revolución informática se ha venido transformando la concepción
del espacio cultural, social y persona, así como las nociones de ocio,
de tiempo libre y de edad. En suma, dice la autora francesa, se trata
de una conversión tectónica de la relación de los niños y jóvenes con

el mundo y en donde la noción de compromiso y de las desigualdades,
implican temas de su interés.
La Generación Z, es inmune a la cooptación de los programas
sociales, como “Jóvenes construyendo el futuro”, un total fracaso para
combatir las causas del crimen. La incapacidad mostrada por los
aparatos ideológicos del Estado, como los entendía el filósofo francés
estructuralista Louis Althusser, para atajar la protesta juvenil es más
que evidente.

En el libro “Culturas juveniles. Formas políticas del desencanto”,
Rossana Reguillo, habla de que ser joven en América Latina, no
resulta ser tarea sencilla cuando han sido desplazados de la política,
del sistema educativo, del mercado laboral y están desencantados de
una sociedad cada vez más violenta y frente a instituciones sordas y
ciegas, estos jóvenes construyen y delimitan sus rasgos identitarios y
sus ámbitos de pertenencia.
Y con eso tendrá que lidiar el segundo piso de la 4T, que se tambalea
ante las primeras presiones de la Generación Z.