Robespierre en palacio: Entre La presidencia imperial y la autocracia parlamentaria

La Viña del Señor

A partir de la presentación del Plan C el 5 de febrero y su accidentada
implementación después, una vez asegurada la sobrerrepresentación
para Morena y sus satélites, el epicentro de la política nacional está en
el Congreso de la Unión, en donde se juega el futuro de la república
democrática, representativa y federal como la conocíamos.

Superioridad política y la Ley de Herodes
En la premiada película “La Ley de Herodes”, El Varguitas, el alcalde
de San Juan de los Sahuaros, el personaje encarnado por Demián
Alcazar, decidió arrancar del libro de la Constitución las hojas con el
articulado que no le convenían, al fin y al cabo él era la autoridad. Y
ese ejemplo está al puro pelo con la realidad actual.
Es bien sabido que en política los vacíos no existen. Y ese parece ser
el caso del gobierno de Claudia Sheinbaum, quien sin liderazgo fuerte
en Morena, ha debido de resentir los embates que la dejan mal parada
y evidencian que no todos los hilos del poder penden de su mano y la
propuesta neofascista de supremacía constitucional para prescindir del
poder revisor y blindar la reforma judicial pretende imponer un poder
sin límites concentrado en el Poder Reformador de la Carta Magna, en
teoría en manos de AMLO y su sucesora en el ejecutivo, texto que
concibe de su exclusiva propiedad y entraña una violación grave de
los derechos humanos en sus vertientes de tutela judicial efectiva y del
derecho de defensa de los justiciables, o sea usted y yo amable lector.
Dos han sido las ocasiones que denotan que en el Congreso de la
Unión se presentan iniciativas sin el visto bueno de palacio nacional,

contrario a lo que sucedía en la administración de AMLO. Primero fue
la introducción en la ley secundaria de la reforma judicial del veto a los
aspirantes a jueces por parte de la Cámara de Diputados y la
segunda, la reciente inclusión en la reforma de supremacía
constitución de cancelar el control convencional de reformas a la Carta
Magna. En ambos tramas hubo de intervenir la presidenta Sheinbaum
para eliminar y desautorizar dichas intentonas.
El solo atrevimiento de brincarse las trancas ha puesto en la mira a los
coordinadores delos diputados y senadores morenacos Ricardo
Monreal y Adán Augusto López, identificados como correas de
transmisión de decisiones y estrategias que se están tomando desde
Palenque. Esa forma de operar coordinada de los dos personajes,
hace recordar el despliegue de Manlio Fabio Beltrones y su compadre
Emilio Gamboa, en tiempos de Felipe Calderón, en donde fungían
como vicepresidentes de facto.
Las primeras escaramuzas entre la presidencia imperial y el poder
legislativo en camino a convertirse en un poder absoluto, ahí
quedaron.

Robespierre en palacio nacional
A Maximilien Robespierre, quien desempeñó un papel importante en la
revolución francesa se achaca haber implantado la época del Terror
en la cual rodaron muchas cabezas en nombre del pueblo oprimido.
Y ese episodio ha sido muy socorrido en los últimos días cuando
desde su Mañanera del Pueblo la presidenta Claudia Sheinbaum llamó
desde la máxima tribuna a desacatar una suspensión de amparo
emitida por una juez de distrito de Coatzacoalcos y amenazó con
denunciar a dicha juzgadora ante el Consejo de la Judicatura Federal,
bajo control de una mayoría afín, instancia que ha sido utilizada como
esquirol para amedrentar a los trabajadores del Poder Judicial en paro.

No bastando con su convocatoria inédita a desacatar resoluciones
judiciales no impugnadas por la vía legales, que haría poner el grito en
el cielo al más modesto alumno de la licenciatura en derecho de Juan
Gabriel Cinco en la Vizcaya o de Noé Hernández en el Itson, solicitó a
través de la consejuría jurídica una recomendación al Senado al
respecto, que ni tardo ni perezoso le dio la razón, lo que fue tomado
como carta blanca o permiso para ignorar los mandatos judiciales. En
ambos casos dichas instancias carecen de atribuciones, una para
andar pidiendo consejos y la otra para emitirlos.
El siguiente paso, ya de represión directa a las protestas por la
reforma judicial, aconteció el domingo con el encapsulamiento de dos
juezas y trabajadores de la judicatura por elementos del cuerpo de
granaderos de la CDMX, quienes protestaban en forma pacífica en el
autódromo de la Fórmula 1. “Fue para proteger a los pilotos”, dijo la
mandataria el lunes en su alocución matutina. Amnistía Internacional
condenó la acción.
Como para no creerse que gentes de “izquierda” como Sheibaum y
Clara Brugara, dadas al activismo y la protesta social recurran a
métodos represivos de antaño.

La Constitución comentada por Maquiavelo
En su conocido libro “La Constitución Mexicana comentada por
Maquiavelo” del constitucionalista Elisur Arteaga Nava, de manera
ingeniosa el académico hace un cotejo entresacando textos de la Ley
Suprema y “El Príncipe”, obra cumbre de Nicolás Maquiavelo, un autor
a quien se atribuye haber separado la moral de la política.
La referencia viene a cuento a raíz de la intentona de Morena, vía
María Luisa Alcalde y Andy López Beltrán y los coordinadores Ricardo
Monreal y Adán Augusto López, de imponer sin debate y fast track la
reforma constitucional conocido como supremacía constitucional, que
impone la superioridad del poder reformador y quita a la Corte su
facultad de control de constitucionalidad y a los ciudadanos el derecho

de impugnar reformas y leyes inconstitucionales y trasciende le
conflicto entre poderes.
Para el ministro Javier Laynez, el Congreso está poniendo piedras en
el camino de la Corte, al incluir esta propuesta un artículo transitoria
que busca evitar la aplicación retroactiva de la revisión de reformas
constitucionales de forma y de fondo y tocará al Máximo Tribunal
dirimir dicho conflicto y ordenar sacar del orden jurídico una
disposición declarada inconstitucional.
Si de por sí la reforma judicial, que costará 13 mil millones de pesos
elegir a los jueces y será la más cara de la historia en voto por
persona, busca eliminar los contrapesos que el Constituyente
estadounidense puso especial atención en asegurar y evitar la
dictadura de las mayorías y doblegar la autonomía del Poder Judicial,
con la reforma identificada como de supremacía constitucional, el
control pasa de la presidencia imperial heredada a concentrar todo el
poder en las Cámaras del Poder Legislativo, de mayorías morenistas
pastoreadas por Monreal y Adán Augusto, con línea directa con quien
no se quiere ir. No por nada el conclave en el Hotel Fiesta Inn en
donde dichos coordinadores con Luis María Alcalde y Andy López
Beltrán, fraguaron el golpe de estado técnico de la supremacía
constitucional que buscaba someter a la judicatura y de rozón a la
titular del ejecutivo, al modificar el eje del poder del
hiperpresidencialismo practicado por López Obrador y cederlo en
manos de la legislatura.
En algunos momentos la gobernabilidad de las administraciones de
Vicente Fox y de Felipe Calderón, dependió de los buenos oficios y
disponibilidad de los liderazgos políticos como la maestra Elba Esther
Gordillo y Eduardo Bours o de los jefes de las bancadas priístas
Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón.

Las caras del despotismo mexicano

Si durante el priato hegemónico se habla de que la presidencia fungía
como monarquía en línea transversal sexenal hereditaria como la
definió Daniel Cosío Villegas o por lo mismo como una presidencia
imperial, como tiempo después la calificó el historiador Enrique
Krauze, su heredero intelectual, la verdad de las cosas es que
actualmente nos encontramos hacia un sistema en donde no bastó
obtener la supremacía política, sino que se pretende alcanzar la
supremacía judicial.
Con la supremacía constitucional que avanza sin obstáculos en las
Cámaras, con el aval presidencial, por sus connotaciones autoritarias
ha evidenciado el rostro más duro del despotismo a la mexicana.
Para la doctora Leticia Boñifaz, especialista en derecho constitucional,
tenemos una crisis constitucional cuando un poder desobedece a otro,
la restricción del aparato legislativo a la función revisora es grave y
para quien la reforma judicial y la supremacía constitucional generará
una crisis que tardará en superarse diez años, cuando la curva de
aprendizaje de los nuevos jueces es amplia y le pega tanto al poder
judicial como al derecho de justicia de todos los mexicanos e identifica
al poder judicial como uno de los contrapesos más débiles y ve como
afectados a los sectores más vulnerables al de los niños y a los
adultos mayores. El plazo fijado por la jurista tiene que ver con el
tiempo que ha llevado la implementación de la reforma al sistema
penal y a la laboral.

El descarrilamiento del Plan C y la reforma judicial obradorista
Por lo pronto el ministro ponente Juan Luis González Alcántara
Carrancá al atender las acciones de inconstitucionalidad 164/2024 y
acumuladas presentadas por el PAN, PRI, Movimiento Ciudadano,
diputados de Zacatecas y Unidad Democrática de Coahuila, contempla
invalidar la elección por voto directo de jueces y magistrados y eliminar
los jueces sin rostro, entre otras cuestiones. A la par se anunció la

renuncia de seis ministros contrarios al régimen con efecto en agosto
del 2025.
Ante el anuncio público del proyecto que subirá al pleno del Corte y
que da al traste a la reforma judicial obradorista, el coordinador de los
diputados morenacos Ricardo Monreal, puso el grito en el cielo y en
forma estridente dejó entrever que no acatarán el fallo con sabor a
descalabro y descarrilamiento.

El Ur fascismo y la dictadura de las mayorías
Cuando la legalidad es dejada de lado con maromas autoritarias como
las practicadas en las Cámaras del Poder Legislativo, sin deliberación
y abusando de una mayoría ficticia obtenida gracias a la
sobrerrepresentación y a métodos mafiosos, para acabar con el
pluralismo e invisibilizar a las minorías opositoras, que en las urnas
obtuvieron 25 millones de votos que sumados al 40% de abstención
que registró la elección del 2 de junio pasado, desmontan la falacia de
que actúan a nombre del pueblo –lo que ello signifique– hacen ver la
realidad de la representación política tal cual.
Umberto Eco en su ensayo sobre el Ur-Fascismo o el fascismo eterno,
apuntó que e fascismo puede volver con las apariencias más
inocentes, mientras otras tienen que ver con el despotismo y el
fanatismo.
Una de sus tantas presentaciones, según dicho autor, es que se basa
en un populismo cualitativo, pues mientras en una democracia los
ciudadanos gozan de derechos individuales, pero el conjunto de los
ciudadanos sólo está dotado de un impacto político desde el punto de
vista cuantitativo (se siguen las decisiones de las mayorías). Para el
Ur-Fascismo los individuos en cuanto individuos no tienen derechos, y
el “pueblo” se concibe como una cualidad, una entidad monolítica que
expresa la “voluntad común”. Puesto que ninguna cantidad de seres
humanos puede poseer una voluntad común, el líder pretende ser su
intérprete.

En el caso llevado a extremo hasta las risotadas de Harvard fue
tomada como una falta de respeto al pueblo mexicano por la
presidenta Claudia Sheinbaum.
“El pueblo es solo una ficción teatral”, remata Eco.
Más claro, ni el agua.