Morena, partido dinástico

La Viña del Señor

La Constitución, hoy tan desoída y reformada en los últimos estertores de la
llamada 4T, en su diseño institucional contempla a los partidos políticos como
entidades de interés público y como instrumentos para acceder a los cargos
públicos y conformar la representación nacional, como expresiones de la
soberanía popular.
Nada de eso parece compaginar con la práctica de la real politik, en donde la
competencia política dejó de ser equilibrada, legal y justa y la legitimación de
acceso al poder por los canales legales permitido dejó de tener importancia ante el
avasallamiento y la razón de Estado.
Términos como Estado de Derecho, pluralismo democrático, equilibrio de poderes,
mayorías y minorías, legalidad electoral, representación política y democracia
están entrando en desuso ante el pragmatismo y el caballazo de una clase política
ambiciosa y cínica que busca gobernar sin contrapesos y acomodar la ley a su
gusto y modo.

El tapado destapado
Morena a diferencia del Partido Verde Ecologista de México, uno de sus
comparsas electorales en 2021 y 2024, como antes lo fue con el PRI y el PAN,
que es un partido familiar, es el partido de la dinastía López Obrador Beltrán.
Si José López Portillo siendo presidente pretendió impulsar la carrera política y
administrativa de su hijo José Ramón, a quien le quedó grabado el calificativo de
“el orgullo de su nepotismo”, no llegó a tanto, como sí lo hizo AMLO a menos de
diez días de dejar el cargo, quien se aseguró de colocar en Morena, el partido
fundado por él y que habrá de cumplir su onceavo aniversario el venido 2 de
octubre, a su hijo Andy, en la cartera de la Secretaría de Organización y la hija de
su incondicional y leal Bertha Luján, Luisa María Alcalde, como presidenta. De
retaque en la secretaria general del partido a una miembro de la ayudantía del
presidente: Carolina Rangel en lugar de Citlalli Hernández, que pasa a la
Secretaría de la Mujer, de nueva creación, en la próxima administración.
En esos enroques una miembro del gabinete obradorista como Luisa María
Alcalde, pasó de la Segob a la presidencia de Morena y dos miembros de la

numenklatura del partido al futuro gabinete, Mario Delgado a la SEP y Citlalli
Hernández a la Secretaría de la Mujer.

Del partido del presidente al partido del expresidente
Con esos nombramientos al frente del partido oficia, el instrumento de control
político en manos del presidente en turno desde la creación del Partido Nacional
Revolucionario en 1929 por Plutarco Elías Calles, “El Turco de Guaymas”, a
imagen y semejanza de partidos de masas como el Comunista de la URSS y el
Nacionalsocialista de Hitler, que se vendió como un dispositivo para pasar de la
lucha de facciones y caudillos militares regionales a la institucionalización, luego a
la organización de masas y después a ser de sectores y organizaciones, no
estará bajo influencia de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien anunció
solicitará permiso para dejar en receso su militancia morenista, porque según dijo
debe haber separación entre el partido y el Estado, del que ella será jefa a partir
del 1 de octubre.
No debe olvidarse que sin el control del partido, Claudia Sheinbaum, perderá un
instrumento vital de gobernabilidad y de control de cuadros y militancia en la
asignación de candidaturas, toda vez que Morena, al igual que el desaparecido
PRD, es una organización de tribus y jefes políticos locales, como lo son los
gobernadores morenistas, que no han dudado hacerle frente, como cuando intentó
dejar sucesor en la CDMX y hacer candidato a Omar García Harfuch y chocó
contra los radicales del partido del ala de los puros como Martí Batres, Clara
Brugada, El Fisgón Rafael Barajas y el vocero Jesús Ramírez Cuevas.
Así como en la era del PRI, en Morena, la militancia no existe. La selección de
candidatos vía encuestas o la tómbola es cosa de risa.
Si en los gobiernos del PAN y el PRI, el presidente de la República ejercía su
facultad metaconstitucional de ser jefe real del partido gobernante y hacían y
deshacían, más durante el priiato que en el panismo, como se demostró en 2006
con la candidatura de Felipe Calderón, que pasó por encima del favorito de
Vicente Fox Quezada, el abogado Santiago Creel Miranda.
En el PRI en 2012, al no contar con la presidencia, el grupo Atlacomulco aliado
con Humberto Moreira, presidente del partido, al haberse traslado el peso político
de las decisiones en los gobernadores tricolores, impusieron a Enrique Peña Nieto
como candidato presidencial y después como primer mandatario.

Los pasos de López: el legado

En el VII Congreso Nacional Extraordinario de Morena llevado a cabo el pasado
domingo 23 de septiembre decidió el cambio de dirigencia nacional, en donde
poco o nada se vio la mano de la presidenta electa.
La carta de López Obrador -culto a sí mismo- leída a los consejeros morenacos
por el gobernador Alfonso Durazo en su calidad de presidente del Consejo Político
Nacional, máximo órgano de decisión del partido y único ratificado hasta 2027,
dejó en claro en su mensaje que lo importante es el legado -que no herencia– que
deja tras de sí su máximo e irrepetible líder: ¡Nada de nepotismo y soberbia en el
partido, menos andar de manos largas!
Lo anterior quedó confirmado en el discurso de asunción de Andy López Beltrán,
reconocido coyote de obras para sus amigos del Clan, en cuyas manos quedará la
operación electoral de Morena, en lo que se vio como el arranque de la sucesión
de 2030, aún antes de que la presidenta Sheinbaum, asumiera las riendas del
gobierno federal. Algo inédito, aún en las épocas del PRI más hegemónico como
lo fue con Gustavo Díaz Ordaz.
El escritor Jorge Ibargüengoitia en su libro “Los pasos de López”, con el fino y
despiadado humor que le caracterizaba al hacer un recuento de las andanzas de
Miguel Hidalgo -López en el libro– en su aventura independentista hasta su caída,
hizo revelaciones inéditas, bien podría recrear los pasos de AMLO, entonces
conocido como “Roca” o “El Comandante” desde cuando Ignacio Ovalle lo reclutó
en su primera chamba en el gobierno, su paso por el PRI de Tabasco, su
composición del himno priísta, su renuncia al PRI y su paso al Frente Democrático
Nacional, sus pleitos con Roberto Madrazo, la protección que le brindó Ernesto
Zedillo desde la presidencia para librarlo del bote por la toma de pozos de Pemex,
su financiamiento a las marchas vía Marcelo Ebrard y la compra de su depa de
Copilco, su apoyo para llegar a la presidencia del PRD y luego a la jefatura de
gobierno de la CDMX en el 2000, el desafuero, los video escándalos de Carlos
Ahumada, su derrota del 2006, su presidencia legítima, su derrota en 2012 ante
Peña Nieto, su ataque al corazón en plena lucha contra la reforma energética del
Pacto por México, la campaña de 2018, el pacto de no agresión con Peña Nieto,
su asunción a la presidencia, la clausura del aeropuerto de Texcoco, la
polarización desde las Mañaneras, el ataque y control de la prensa crítica, la casa
gris de José Ramón, el huachicol, los abrazos, no balazos, sus visitas a
Baridaguato, la detención en 2019 en EU de Genaro García Luna, la militarización
de la seguridad pública con la creación de la Guardia Nacional, el Culiacanazo, las
megaobras, la salud como Dinamarca, los 800 mil muertos durante la pandemia,
los programas sociales, la desatención de la ciencia y su pelito con los científicos,
los aumentos salariales, el caso Ayotzinapa, la campaña presidencial adelantada,
la colonización de los órganos autónomos, los zócalos llenos a costa del erario, la

derrota electoral de 2021 en la CDMX, el avance territorial de Morena, el
enfrentamiento con Ecuador, la derrota del Plan B, las marchas de la marea rosa,
la colonización del INE, la campaña presidencial adelantada, el hashtag
Narcopresidente, el triunfo electoral de su corcholata favorita, la caída del
superpeso, su enorme popularidad, la extracción del señor –como dice López–
Ismael “El Mayo” Zambada”, la embarrada del gobernador Rubén Rocha, la metida
de mano en el futuro gabinete presidencial, la sobrerrepresentación oficial, el Plan
C, la aprobación mafiosa de la reforma judicial, el déficit fiscal, el endeudamiento,
la pausa de relaciones diplomáticas con EU y Canadá, el pacto de impunidad con
los Yunes, el paso de la Guardia Nacional a la Sedena, el poder judicial federal en
paro, las marchas estudiantiles en contra de la reforma, la guerra entre los grupos
del Cartel de Sinaloa en Culiacán y Sonora, las culpas a EU por la violencia en
México, los 200 mil muertos del sexenio y lo que falta.

Lecciones priístas
Cuenta Ramón Alberto Garza en su libro “Dinastías. Dos familias, una nación”,
que el mismo 23 de marzo de 1994 por la noche Luis Echeverría se apersonó en
Los Pinos y le pidió al entonces presidente Carlos Salinas, aún abrumado por la
noticia del asesinato del candidato presidencial priísta Luis Donaldo Colosio en
Lomas Taurinas, Tijuana y por que ello significaba en histórica fuga de capitales,
que designara a Emilio Gamboa Patrón, su secretario de Comunicaciones y
Transportes como candidato sustituto del malogrado sonorense.
Añade el periodista que en declaración del expresidente de las guayaberas en
1997 al director de la Revista Conciencia Mexicana Francisco de Paula García, en
referencia a los sangrientos hechos que las fuerzas al interior del PRI frustraron la
maniobra de sustituir a ese partido por otro organismo, el Partido Solidaridad que
promovía Salinas, cuyos fines obedecían a intereses personalistas y de un
pequeño grupo compacto de intereses familiares y nepóticos, de ahí que haya sido
víctima de una persecución el tricolor desde las altas esferas oficiales.
Para recordar, el grupo compacto fue una estrategia diseñada por Manuel
Camacho Solís que permitió el ascenso al poder de Carlos Salinas y sus cercanos
tecnócratas, todos agrupados en torno al área financiera del gobierno de Miguel
de la Madrid, concretamente en la Secretaría de Programación y Presupuesto,
entre los que se encontraban Ernesto Zedillo, Pedro Aspe y Luis Donaldo Colosio.
De ahí que no sea gratuito el regreso ultracrítico del expresidente Ernesto Zedillo
Ponce de León a la escena pública y su paseo por diversos espacios lanzando

puntuales señalamientos a la 4T y calificando de tiranía al régimen que pretende
instaurar de López Obrador.
Zedillo, sabedor que se le reconoce por tirios y troyanos su aportación a la
transición democrática con el establecimiento del primer IFE ciudadano y al
pluralismo y quien siempre fue el candidato de José Córdova Montoya, el
misterioso jefe de la oficina de la presidencia de Salinas, es experto en enviar
misivas altamente llamativas, como aquella que remitió cuando fungía como
coordinador de campaña del candidato Colosio, en donde le pedía apoyar al
presidente cuya prioridad era concluir satisfactoriamente su mandato, parece que
midió los tiempos para su regreso a la grilla nacional y echar tierra a la gestión de
AMLO en sus últimos días, lo cual no es un asunto menor ante temas como el
descarado nepotismo morenista y una conclusión de mandato con muchos fierros
en la lumbre y pendientes al por mayor, en lo que se prevé el peor séptimo año de
un expresidente y sus afanes de instaurar un Máximato desde su finca La
Chingada a través de sus incondicionales incluidos en el próximo gabinete
presidencial, el control del partido con Andy y Luisa María como piezas
fundamentales, la permanencia de Alejandro Gertz Manero en la Fiscalía General,
la amenaza de la revocación de mandato, la entrega de la seguridad pública a los
hombres de uniforme y el liderazgo moral del movimiento obradorista de quien
inició su carrera política durante el gobierno de Luis Echeverría.
O sea la disputa de la nación entre neoliberales y nacionalistas revolucionarios,
revueltos o separados, o la mascarada con que tengan a bien presentarse sigue
viva.
Como se ve, todos los caminos llevan a Roma…