Jalón de orejas: Otro control de daños

La Viña del Señor

Ayer viernes se dejó caer por el puerto el pleno del Comité Directivo
Estatal de Morena, para calmar la pelea de gatos y perros -con perdón
de los canes y los felinos– en que la alcaldesa Karla Córdova y el
senador Heriberto Aguilar, han convertido la elección de los comités
seccionales morenistas, como bien se reportó oportunamente en esta
columneja.

La movida responde a una desesperada acción de control de daños
antes de que la sangre llegue al río internamente en Morena de
Guaymas. Fue algo así como la exoneración que trae por todo el país
la presidenta Claudia Sheinbaum, para salvar algo de la reputación del
corrupto lopezobradorismo, al que las pesquisas del huachicol fiscal y
los nexos de la élite morenaca con el crimen organizado pusieron en la
lona.

La ropa sucia se lava en palacio
La encerrona del árbitro estatal con los heribertistas y los karlitas fue
en palacio ya caída la noche, en la mera hora en que los bandidos
salen a hacer de las suyas.

La llamada al orden fue en el sentido de que le bajaran dos rayitas a
los ánimos de vulgares busca pleitos.

Se dijeron de todo cual verduleras en la cena de negros. Las quejas y
los agravios fueron y vinieron de su ronco pecho. Parque sobró.
Sacaron trapitos al sol de vieja data, como la corrida de Jhonatan
Aguilar de servicios públicos. Y por el lado de la alcaldesa el reclamó
fue sobre la ventilada del reparto de despensas en donde se involucró
a un hermano suyo. O sea que un pleito familiar puede ser el origen

del diferendo a modo de canibalismo, en donde ambos bandos pueden
salir perdiendo.
Lo mínimo que se les dijo fue que con esa actitud belicosa ponían en
riesgo el futuro de Morena y el del mismo gobernador Alfonso Durazo
y que había que ponerle un alto.

Hasta el nombre de Jesús Alberto Chito Cambustón, salió a relucir,
cuando se acusó que Heriberto lo protegía, primero al cobijarlo en la
SIDUR y luego endosándoselo al ayuntamiento. O sea que El Chito
fue el negrito de la jaloneada de orejas, quedando más zarandeado
que el Canelo Alvarez en su última confrontación.

En tanto la sala de cabildo se convertía en ring, no quedó claro si las
tribus de Herberto y Karla fumaron la pipa de la paz o si seguirán
dándose patadas, piquetes de ojos y coscorrones por debajo de la
mesa, todo en aras de destruir al rival y amarrar posiciones rumbo al
2027, en donde Claudia Sheinbaum, se jugará la gobernabilidad y se
afianzará en la presidencia, sin la pesada carga de los
lopezobradoristas, que le deben sus puestos al distinguido vecino de
Palenque.

La metida de mano del alto mando morenista evidencia el vacío de
liderazgo político entre las huestes morenacas porteñas.
Del pobre síndico Celestino Tino Sarabia, quien ha caído en desgracia
por sus excesos y ve volar su ansiada candidatura a la alcaldía en
2027, nadie se acordó en la jaloneada de orejas a los peleoneros
morenistas.

Anexos de la grilla
En tanto el directivo estatal trata de calmar las aguas en el puerto,
otros enfrentamientos ocurren sordamente. Uno de ellos es la
campaña que se trae la regidora heribertista Leticia Verduzco en
contra del Dr. Marco Antonio Barrón, a quien busca tumbar del puesto.

Ya hay dos tiradores calentando el brazo para entrar al quite en cuanto
la cabeza del galeno ruede tras el esperado guillotinazo.
Otro personaje venido del sector militar de la Marina-Armada de
México, que trae su desmadrito en el sector salud y en contra de
reconocidos médicos locales, es el médico cirujano Alejandro Pérez
Arellano, director de la Clínica Hospital de Guaymas del Isssteson, en
donde cumple a medias al empalmársele su horario de trabajo con la
Clínica San José, en donde busca monopolizar las consultas solo para
su grupo, mientras que el Isssteson lo tiene copado por pura gente
suya traída de las filas castrenses de la Armada. Pérez Arellano se
presume protegido del senador Heriberto Aguilar y esa ha sido su
patente de corso para hacer y deshacer en la clínica.
Y luego quieren que se les crea a los morenacos que son diferentes.